Qué suerte tiene el sol, que te despierta
con sus besos de luz por la mañana
haciéndolo a través de tu ventana,
que suele estar de par en par abierta.
Los dirige a tu boca y siempre acierta
dejándolos en esos labios grana,
en donde la ambrosía a chorros mana
y allí con sumo gusto los inserta.
Si pudiera eso mismo realizar
lo haría con placer y sin parar
incluso hasta llegar a la locura,
siendo así el más feliz de los mortales
al no haber en el mundo dos iguales,
por su belleza y singular dulzura.
Bajo el agua
-
Del pan, apenas solo quedan migas,
la masa madre, en gesto imposible,
se abandonó en pliegues y formas,
resbalando por el resquicio de la nada.
Las p...
Hace 1 año.