Los sombríos ecos de un pasado no sanado,
enlazados a una infancia arrinconada en la memoria,
se dan cuenta de que ya no significan nada,
de que su presencia es hondamente molesta,
y mi sensibilidad, combatida en una oscuridad
de músicas, bailes alocados y sexos devastados,
considera seriamente las penas y las amarguras.
Este sufrimiento inhumano permanece aquí, ahora,
no ha embarcado hacia tierras ignotas
sino que se perpetúa en una senda púrpura
y las caricias cada vez se hallan más lejanas,
aunque mi pecho ansíe gritar al viento:
¡Ya no hay sitio en mí para el dolor!
El Comisario del Viento - La buena vida
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En ese enero de año 22, el matrimonio
Canto-Montes, comenzó a vivir el primero de los cincuenta y pico de años
que los tendría...
Hace 4 días.