¡Mira el bello ocaso de amores olvidados!,
allí nace mi dolor y mi agonía inigualables.
La noche promete caricias, humedades, pasiones...
e, inevitablemente, sufrimientos y tormentos tan sutiles
como las viejas celdas de artefactos inquisidores.
Mi alma, en medio de una muerte cierta,
no olvida, sin embargo, que las palomas
sobrevuelan los collados, los bosques,
las praderas, los campos de lirios, los valles, los ríos.
Pero fatídicas sombras, imágenes de la muerte,
palabras tendenciosas, desasosiegos, incertidumbres,
despuntan en el recuerdo, en la memoria.
El amor que no fue posible, sus besos,
las lágrimas que lo acompañaron
pesan, indudablemente; se alojan en habitáculos
oscuros como las sombras de los muertos alcoholizados,
en las mazmorras de recuerdos angustiosos
superados total o parcialmente, depende.
Bajo el agua
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Del pan, apenas solo quedan migas,
la masa madre, en gesto imposible,
se abandonó en pliegues y formas,
resbalando por el resquicio de la nada.
Las p...
Hace 1 año.
Descripción lírica que capté al percibir las almas de esos amores fallidos que reposan en los paisajes de tus bellas letras y que se proyectan brillantemente en tus originales metáforas.
ResponderBorrarUn encanto haber disfrutado la lectura.
Muchas gracias, Venus Maritza, por tu poética crítica.
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